En este futuro lleno de interrogantes que está dejando la crisis del coronavirus, hay algo que cada vez está más claro: no hay vuelta atrás. La pandemia ha sido un catalizador para las nuevas formas ágiles de trabajar en red, que dejarán de ser excepción para convertirse en norma. La Redarquía es ya una realidad en muchas organizaciones.

Organizaciones Ágiles: haciendo de la necesidad virtud

La pandemia de Coronavirus ha acelerado el aprendizaje organizacional, comprimiendo años de evolución en apenas unos meses. Muchas empresas han transformado los desafíos en oportunidades, evolucionando hacia modelos de negocio más ágiles. Este cambio ha permitido una mayor autonomía para aquellos más cercanos a los clientes, promoviendo la toma de decisiones rápida, la innovación y el trabajo en red. La rigidez de la burocracia corporativa ha sido reemplazada rápidamente por equipos ágiles y conectados, que se adaptan con flexibilidad a los retos planteados por la pandemia, alcanzando niveles de colaboración, agilidad y productividad previamente considerados inalcanzables.

A medida que las organizaciones adoptan estas nuevas maneras de operar, emergen tres lecciones fundamentales: el valor incalculable de las nuevas formas de trabajo en red, que trascienden las estructuras jerárquicas tradicionales; la importancia de descentralizar la toma de decisiones, acercándola a quienes están en contacto directo con los clientes; y la necesidad de aprovechar la inteligencia colectiva, involucrando al mejor talento en la superación de los desafíos estratégicos que plantea el escenario post-Covid-19.

Por lo tanto, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que la redarquía, como un nuevo modelo de trabajo en red y pilar de la agilidad organizacional, ha venido para quedarse. Con el mundo avanzando hacia la era post-Covid-19, las empresas buscan consolidar estas nuevas prácticas y hacerlas compatibles con las estructuras y responsabilidades de la organización formal. Habiendo dominado el trabajo en red, es tiempo de ampliar estas nuevas formas de operar a toda la organización: integrando a las personas, alineando la estrategia, optimizando la estructura, mejorando los procesos, aprovechando las plataformas de negocio y fortaleciendo los ecosistemas empresariales.

Redarquía la nueva forma de trabajar en un futuro conectado

Las redes están delineando un orden alternativo dentro de las organizaciones, introduciendo la redarquía como un paradigma innovador que abre un camino audaz hacia la construcción de las organizaciones del mañana. Este nuevo modelo de trabajo, diseñado para un mundo cada vez más interconectado, representa una transformación fundamental en cómo se estructuran y operan las empresas.

En contraste con la jerarquía, que se ha considerado tradicionalmente el sistema óptimo para la gestión y explotación de recursos, la redarquía emerge como la estructura ideal para fomentar la colaboración en red, impulsando la innovación y permitiendo que las personas clave dentro de la organización se involucren en actividades que maximicen su motivación y se alineen estrechamente con sus habilidades únicas. En esencia, la redarquía facilita la coordinación de esfuerzos humanos para alcanzar los objetivos organizacionales, promoviendo al mismo tiempo la iniciativa individual y la creatividad.

Al igual que los organigramas, los departamentos y las definiciones de puestos conforman los pilares de la estructura jerárquica, los equipos autónomos e interconectados constituyen la base de la redarquía. Estos equipos ágiles son responsables de llevar adelante sus proyectos de innovación, manteniéndose alineados con las metas organizacionales. Se adaptan rápidamente a los desafíos actuales, impulsan las iniciativas estratégicas y operan dentro de los marcos y recursos que la dirección ha asignado para la exploración.

Los líderes en este contexto juegan un papel crucial, asegurando el alineamiento estratégico y la integración de estas iniciativas en las funciones y procesos de negocio existentes. Actúan como patrocinadores y facilitadores de las iniciativas de innovación dentro de sus áreas de responsabilidad, marcando así el paso hacia una era de colaboración, agilidad y crecimiento sostenido.

Reimaginando la estructura organizativa: organizaciones ágiles

En el actual panorama empresarial, caracterizado por cambios constantes y rápidos, es imperativo replantearse la estructura organizativa. Las organizaciones del futuro deben ser inherentemente duales, combinando la capacidad de ser tanto dinámicas como estables. Las dinámicas organizativas permiten una respuesta rápida y ágil a desafíos y oportunidades emergentes, mientras que la estabilidad asegura la continuidad de las operaciones cotidianas y el mantenimiento de los resultados operativos.

Para navegar con éxito esta dualidad, es necesario adoptar un diseño organizacional que integre dos estructuras complementarias: una enfocada en asegurar los resultados operativos diarios y otra, flexible y ágil, orientada hacia la identificación y aprovechamiento de nuevas oportunidades y desafíos futuros.

La combinación de jerarquía y redarquía ofrece un modelo para tal diseño. Ejemplos de empresas como Amazon y Apple ilustran cómo las organizaciones pueden ser estructuralmente duales, optimizando negocios establecidos a través de la eficiencia y las mejoras incrementales, mientras exploran nuevos territorios con agilidad y experimentación.

En un entorno organizacional basado en la red, la innovación no depende de la disponibilidad de una posición en el organigrama.

A diferencia de las estructuras tradicionales, donde las descripciones de puestos pueden restringir las contribuciones de los empleados a tareas específicas, los equipos organizados en red son fluidos, adaptándose y redefiniéndose constantemente en función de las necesidades emergentes y los desafíos organizacionales. Esto representa una excelente oportunidad, especialmente en momentos en que la gestión del talento representa un desafío crítico para muchas organizaciones. La rigidez de asociar oportunidades de mayor responsabilidad y contribución exclusivamente a «vacantes» dentro del organigrama limita significativamente la agilidad y la capacidad de innovación.

Las empresas atrapadas en la percepción de que la jerarquía es la única manera de estructurar relaciones formales y procesos de trabajo se encuentran en una desventaja significativa en un entorno tan incierto como el actual. La pandemia ha demostrado que es posible trabajar de manera diferente, más flexible y adaptativa.

El liderazgo colaborativo – el líder como arquitecto social

En el tejido dinámico y complejo del mundo actual, caracterizado por cambios constantes y rápidos, la necesidad de soluciones colectivas se ha vuelto más apremiante que nunca. Frente a desafíos sin precedentes, ya no es suficiente depender de planes rigurosamente trazados por unos pocos en la cúspide del poder. Más bien, las respuestas efectivas surgen de la colaboración valiente y adaptativa de individuos en todos los niveles de la organización, capaces de reinventarse y de modificar sus paradigmas para afrontar realidades emergentes.

Esta era demanda un alejamiento del tradicional liderazgo autoritario, en el cual la autoridad se asume por la posición jerárquica, hacia un modelo donde el liderazgo emana del poder personal y la credibilidad. Este cambio fundamenta el liderazgo no en el título o la posición, sino en la capacidad de actuar de manera proactiva, impulsada por la pasión, la persistencia, la autoconfianza y la decisión. Este es el núcleo del liderazgo colaborativo, que se manifiesta más como una habilidad de arquitectura social que como una autoridad impuesta.

En el contexto de la redarquía, el líder actúa como un arquitecto social, dedicado a movilizar individuos tanto dentro como fuera de su ámbito de responsabilidad directa. El objetivo es enfrentar desafíos de manera adaptativa, fomentando un ambiente en el que los equipos autónomos puedan alinearse y florecer en nuevas circunstancias. Este tipo de liderazgo se basa en la empatía, la inclusión, la capacidad de influir y la adaptabilidad. Es esencial no solo para navegar la crisis actual sino también para sentar las bases de una futura recuperación y crecimiento sostenible.

El liderazgo colaborativo es entonces un catalizador para la transformación, facilitando el camino hacia soluciones innovadoras y resilientes que se originan en la inteligencia colectiva y el esfuerzo compartido. Su práctica efectiva puede convertirse en la diferencia entre simplemente sobrevivir a los desafíos actuales y prosperar en medio de ellos, abriendo puertas a nuevas oportunidades y modos de operación en un mundo post-crisis.

Manifiesto redarquía

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