A lo largo de la historia de la Humanidad, los artistas han sido utilizados -prácticamente- para servir a las instituciones que detentaban la autoridad, aportando “verdad emocional” a los principios establecidos. Pero en nuestra nueva sociedad global no hay una institución que nos guíe y sea capaz de hablar con autoridad a la mayor parte de la población. Los mercados han sustituido al gobierno, a la religión y a otras instituciones como fuerza reguladora y como la más alta autoridad; y los mercados no conversan en una lengua humana.

Este cambio radical en la estructura del mundo nos empuja hacia la creatividad; nos pide que nos planteemos de nuevo quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser como seres humanos. Puede ser que el artista que hay en cada uno de nosotros tenga una oportunidad sin precedentes para marcar el camino. Puesto que el arte, después de todo, consiste en “reorganizarnos” a nosotros mismos, creando yuxtaposiciones sorprendentes, aperturas emocionales, sorprendentes presencias, rutas de vuelo hacia lo eterno. Benjamin y Rosamund Zander. The Art of Possibility.

Dos vendedores de zapatos son enviados a una región remota para explorar nuevos mercados. Nada más llegar, el primer vendedor manda un telegrama con el siguiente mensaje: “Ninguna esperanza. Aquí la gente no utiliza zapatos”. El segundo vendedor envía un telegrama bien distinto: “Increíble oportunidad. La gente aquí todavía no utiliza zapatos.” Las circunstancias son idénticas para los dos vendedores. Lo importante, por tanto, no son las circunstancias, sino lo que los vendedores dicen y la forma de expresarlo. Con sus palabras, el primero elige sumirse en una “espiral descendente”, mientas que el segundo apuesta por una “posibilidad que irradia energía positiva”. Con esta metáfora arranca Benjamin Zander, director de la Boston Philharmonic Orchestra, una brillante conferencia sobre el liderazgo que tuvo lugar en la última edición del Foro Económico de Davos. El punto de partida es el siguiente: tras 75.000 años, el viejo estilo de liderazgo -de arriba abajo, jerárquico, conservador y masculino- ha quedado agotado, y debemos ser capaces de aplicar otro modelo absolutamente distinto, basado quizá en la creatividad y en la contribución personal del artista que todos llevamos dentro.

Dos mundos diferentes

La tesis de Benjamin Zander es que existen dos mundos completamente separados: el mundo de la espiral descendente y el de la posibilidad irradiadora. En el primero, puede haber éxito o fracaso, porque todo depende de la suerte. En el segundo, en cambio, la posibilidad es la norma; no hay éxito o fracaso: lo único que importa es la contribución que nosotros hacemos día a día. Cada vez que abrimos la boca tenemos la oportunidad de convertirnos en auténticos líderes: podemos apostar por uno de los dos mundos con nuestras palabras, nuestros gestos y nuestra actitud. Para Zander, el papel del líder consiste, precisamente, en reconocer la existencia de la espiral descendente, para después arrastrar a la gente hasta el mundo de la posibilidad.

El mundo de la espiral descendente es un escenario fijo, y por tanto está lleno de competencia, dominación, control y jerarquía. Por lo tanto, es el mundo del “debes hacer” y el “tienes que conseguir”, de la culpa, la amenaza y el fracaso. El elemento fundamental es la consecución del dinero, la fama y el poder.

El mundo de la posibilidad irradiadora es el mundo de la visión, el mundo de la energía creativa. Frente al ordeno y mando, este es el mundo de las preguntas: ¿qué tal si…? ¿qué es lo que viene ahora? La esencia de este mundo es la contribución y el valor añadido. Se trata de dejar de ver sólo los obstáculos y comenzar a visualizar las posibilidades que el mundo ofrece.

La existencia de estos dos mundos no depende de la situación en la que nos encontremos porque, en palabras de Zander:

No existe una recesión tan grande que sea capaz de anular la posibilidad, y no hay riqueza, poder o fama tan grande que sea capaz de protegerte de la espiral descendente. No son las circunstancias las que marcan la diferencia. Somos nosotros los que tenemos la oportunidad de elegir entre las dos opciones.

La clave es la pasión

El trabajo de un líder consiste en despertar la posibilidad en otras personas. Pero, ¿cómo saber si los estás consiguiendo? Muy sencillo: mirando a los ojos de tus colaboradores. Tras 20 años de experiencia exitosa como director de orquesta, Zander se dio cuenta de que él aparecía en las portadas de sus discos, sí, pero en realidad no aportaba ni un solo sonido a las grabaciones. Es decir, que su poder residía en la capacidad de hacer que otra gente- los músicos de la orquesta- fuesen poderosos. Y pensó, ¿cómo puedo saber si lo estoy haciendo bien? Encontró la respuesta en el brillo de los ojos de sus músicos. Si sus ojos brillaban de pasión y energía, entonces lo estaba haciendo bien. Y si no lo hacían, sólo cabía plantearse una pregunta: ¿quién estoy siendo, de qué manera estoy siendo que los ojos de mis músicos no brillan?

Tres respuestas en la vida

Para todo en la vida hay 3 respuestas, y a nosotros nos corresponde elegir. La primera, consiste en no hacer nada; en pensar: “Así es la vida. No hay nada que pueda hacer”. Es la respuesta de la resignación. La segunda respuesta consiste en enfadarse frente a lo que ocurre; en pensar: “Qué estúpida es esta gente, que solo sabe hacer estas tonterías”. Es la respuesta de la ira. Y, afortunadamente, existe una tercera respuesta, que consiste en levantarte y dirigir la orquesta; en intentar cambiar las cosas con tu contribución diaria. Esta es la respuesta de la posibilidad.

No tomarse demasiado en serio

Dos presidentes de gobierno están discutiendo en un despacho y, de repente, entra una persona realmente furiosa, chillando, golpeándolo todo. El presidente del país anfitrión le dice: “Recuerda la regla número 6”. Al instante, la persona furiosa se calma y se marcha. Pasados uno minutos, los dos presidentes siguen conversando e irrumpe en el despacho una nueva persona llena de ira. Grita, insulta, da patadas a los muebles. El presidente anfitrión, sin perder la calma, le comenta: “Recuerda la regla número 6”. La persona se calma inmediatamente. El presidente del país extranjero, totalmente intrigado, pregunta a su colega: “Cuál es esa regla mágica que consigue apaciguar a la gente”. Y el anfitrión le contesta: “La regla número 6 es muy sencilla: Recuerda que no debes tomarte demasiado en serio a ti mismo”. Con esta imagen, Zander nos recuerda que a veces los problemas vienen porque pensamos que cada cosa que hacemos o decimos es fundamental; porque creemos que nos va la vida en cada una de nuestras decisiones. Y eso llena de tensión y ansiedad nuestras actuaciones.

Pensar fuera de los límites

El pensamiento fuera de los límites -en inglés, “out-of-the-box thinking”- tiene su origen en la resolución de un sencillo problema: tenemos 9 puntos que forman una especie de caja, y el reto es unirlos todos en 4 trazos seguidos y sin levantar el bolígrafo del papel. La única manera de conseguirlo es trazando por fuera de los límites de la caja de puntos. Es decir, para encontrar la solución al problema necesitamos una nueva perspectiva que se encuentre fuera de nuestros límites y asunciones tradicionales. Lo normal es que no consigamos unir los puntos porque realizamos todos los trazos dentro de esa caja. Nadie nos ha dicho que no podamos salirnos de ahí, pero nosotros lo hemos asumido así. Y eso nos impide encontrar la solución.

Según explica Zander, hoy todo el mundo quiere “out-of-the-box thinking”. Pero, ¿cómo se consigue pensar fuera de los límites? Zander cree que hay que plantearse dos preguntas clave: “¿Qué asunciones estoy haciendo que no me doy cuenta que estoy haciendo, y que me dan como resultado lo que ahora veo? Y después: “Qué puedo inventar que todavía no haya inventado y que me dará como resultado algo completamente nuevo? Si cuestionamos siempre nuestras asunciones, avanzamos automáticamente hacia la posibilidad.

Eliminar la ansiedad y asumir riesgos: el punto de partida es un sobresaliente

Zander explica los problemas que tenía con sus alumnos, especialmente los más jóvenes. Eran muy competitivos, y tenían tanta ansiedad por cumplir sus objetivos que no conseguían dar lo mejor de sí mismos. No se soltaban, y no eran capaces de disfrutar tocando, algo que para un músico resulta fundamental. Algo parecido sucede en el ámbito de las organizaciones: la presión por conseguir los objetivos marcados nos impide asumir riesgos, y dificulta gravemente nuestra capacidad de cambio y de innovación.

A Zander se le ocurrió un método muy sencillo para eliminar la ansiedad. Les dijo a sus alumnos: “Os voy a poner a todos un sobresaliente. La única condición es que tenéis que escribir una carta ahora como si estuvieseis a final de curso, diciendo por qué habéis obtenido el sobresaliente, explicando qué habéis hecho para conseguirlo”. A partir de aquel momento, los alumnos se convirtieron en la persona que habían definido en sus propias cartas. Es decir, se convirtieron en la mejor versión de sí mismos. Se libraron de la presión y la ansiedad y consiguieron dar lo mejor de sí mismos disfrutando. Por eso, el método de Zander consiste en que, como punto de partida, pongamos a todo el mundo un sobresaliente. Solo así podremos ver la mejor versión de las personas.

Pedir disculpas por no ser capaz de entusiasmar a la gente

En una ocasión, Benjamin Zander dirigió un gran concierto en el que tocaba un músico extraordinario. Las localidades estaban completamente agotadas. Mucha gente que había venido desde lejos tuvo que quedarse fuera. Justo antes de empezar, Zander echó un vistazo a la sala y comprobó que había una fila de butacas vacías. Sus alumnos no habían venido al concierto, a pesar de que tenían las entradas reservadas. Habían preferido quedarse en el centro comercial. Zander montó en cólera, y se propuso ajustar cuentas al día siguiente. “Qué niños estúpidos, que se han perdido este concierto solo para pasear por un centro comercial”, pensó.

Al llegar a casa después del concierto, le contó lo que le había pasado a su compañera -y coautora-, Rosamund. Y ella le dijo: “Tienes que disculparte”. Zander no entendió el sentido de estas palabras hasta justo antes de entrar en clase. Allí lo comprendió. “Perdonadme, chicos, por no haberos explicado lo suficientemente bien lo maravilloso que era ese concierto”, les dijo. Y es que, es responsabilidad del líder motivar y entusiasmar a sus colaboradores. Si la gente no hace lo que tú quieres que hagan, siempre puedes disculparte, porque no has conseguido estimularles, motivarles y convencerles. Estas disculpas son muy diferentes de la culpa y la amenaza, típicas del modelo de liderazgo anterior.

Los líderes no dudan de su visión

¿Alguien se imagina que cuando Martin Luther King dijo “I have a dream”, realmente no estuviese seguro? ¿Qué tipo de líder sería entonces? Los líderes no dudan ni por un momento de su capacidad para convertir sus sueños en realidad. El líder es capaz de reconocer la espiral descendente, pero tiene la capacidad para llevar a la gente hasta la posibilidad irradiadora. Es una tarea simple pero nada fácil, porque la espiral tiene el poder de la gravedad. Las palabras que salen de tu boca marcan la diferencia, porque la posibilidad siempre está a una sola frase de distancia, por muy duras que sean las circunstancias. Las enseñanzas de Zander son particularmente relevantes en estos momentos de crisis. Cuando nos enfrentamos a problemas desconocidos, lo importante es que no nos atasquemos en el mundo de las dificultades, y nos demos cuenta de las múltiples posibilidades vitales que nos rodean. Para ello solo tenemos que aceptar que está en nuestras manos cambiar la noción de lo que es posible.

Puedes ver el vídeo con la conferencia completa de Benjamin Zander.

6 Comments

  • José dice:

    Un gran resumen,claro,sencillo y profundo.
    Lo difundiré con mi Equipo
    Gracias

  • ALBERT dice:

    muy brillante y revelador

  • Maria L dice:

    Muchas gracias Sr Cabrera por este magnífico escrito, mi actividad profesional se desenvuelve en el ámbito de las artes gráficas ( serigrafía) por lo que tengo la oportunidad de trabajar con creativos emprendedores aplicando estos principios de la «posibilidad irradiadora» y puedo confirmarle que funciona, lo que importa es la contribución que todos y cada uno de nosotros podemos hacer en el día a día

  • Paul Chávez dice:

    José. De tu síntesis se pueden obtener cosas valiosas: 1° me di cuenta en mis actitudes equivocadas, la lectura me proyectó luz, de otra manera no me hubiera dado cuenta. 2° Es realmente inspirador la visión de Zander, con la música se logran cosas maravillosas en las personas, especialmente manejar mejor los estados de ánimo. 3° Hay una fuerte analogía entre el papel del director de orquesta con el rol del líder, dondequiera que se desempeñe. Lo importante es: hacer que a la gente le brillen los ojos, se entusiasme. Eso es simplemente inspirar y no se logra si uno lo está. Hay que verle a las cosas lo mejor para inspirarnos y si algo no nos inspira, mejor cambiar de trabajo. Un abrazo. Paul Chávez

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